La terapia centrada en la compasión (usaremos “CFT,” por sus siglas en inglés, y para evitar confundirla con la terapia cognitivo conductual) ayuda a aquellos que luchan con la vergüenza y la autocrítica que pueden resultar de experiencias tempranas de abuso o negligencia. CFT enseña a los pacientes a cultivar habilidades de compasión y autocompasión, lo que puede ayudar a regular el estado de ánimo y generar sentimientos de seguridad, autoaceptación y comodidad.
El psicólogo Paul Gilbert desarrolló esta terapia en la década del 2000 para abordar específicamente la vergüenza y la autocrítica, basándose en la psicología y la neurociencia evolutiva, social, del desarrollo y budista.
La técnica es similar a la terapia cognitiva basada en mindfulness, que también instruye a los pacientes sobre la ciencia detrás de la conexión mente-cuerpo y cómo practicar la conciencia de la mente y el cuerpo.
Tratamiento con terapia centrada en la compasión: ¿cuándo se usa?
Se ha demostrado que la CFT trata eficazmente los problemas emocionales a largo plazo, incluidos los trastornos de ansiedad, los trastornos del estado de ánimo, los trastornos de la personalidad, los trastornos alimentarios, el trastorno de acumulación y la psicosis al abordar los patrones de vergüenza y autocrítica, que pueden contribuir significativamente a los problemas de salud mental.
La investigación sugiere que los humanos tienen al menos tres sistemas diferentes de regulación de emociones: un sistema de amenaza y autoprotección, que genera enojo, asco o miedo para protegernos; un sistema de impulso y entusiasmo, que nos motiva a buscar recursos externos como compañeros, parejas, comida y estatus; y un sistema relajante y de seguridad social, que se activa cuando nos sentimos lo suficientemente pacíficos y contentos como para que ya no nos veamos obligados a buscar recursos externos.
La enfermedad mental puede resultar, en parte, de un desequilibrio entre estos tres sistemas. Es posible que las personas con alta vergüenza y autocrítica no hayan tenido suficiente estimulación de su sistema calmante temprano en la vida, y demasiada estimulación de su sistema de amenaza. Como resultado, pueden tener problemas para ser amables consigo mismos o para sentir la amabilidad de los demás. Pueden ser muy sensibles a las críticas o al rechazo, ya sean reales o percibidos, e internalizar esa desaprobación. El objetivo de CFT es corregir este desequilibrio en los sistemas de regulación de emociones.
Qué esperar de esta terapia
El tratamiento CFT se puede practicar en sesiones individuales o grupales, con el objetivo general de cultivar la compasión por uno mismo y por los demás. El terapeuta le enseñará al paciente sobre la evolución del cerebro, la construcción del yo y los sistemas que regulan las emociones.
También ayudará al paciente a desarrollar habilidades como la compasión, la autocompasión y la atención plena. Generalmente reciben tareas para practicar estas habilidades durante los días sin sesiones.
¿Cómo funciona?
La vergüenza y la autocrítica a menudo surgen del abuso, la negligencia y la intimidación. Las personas que experimentan un trauma temprano pueden llegar a sentir que sus mundos internos y externos están casi siempre al borde de la hostilidad. Según Gilbert, la autocrítica interna y el miedo al rechazo externo pueden volverse tan crónicos que pueden “acosar literalmente” a las personas hacia la depresión y la ansiedad.
CFT se superpone con terapias desarrolladas para tratar el trauma, que abordan los recuerdos tempranos, reconocen los pensamientos negativos y corrigen las percepciones erróneas. Pero para algunas personas que luchan con la vergüenza y la autocrítica, ser capaz de contrarrestar los pensamientos irracionales no es suficiente; sin autocompasión, la lógica no se traduce en sentirse mejor.
CFT reemplaza los sentimientos de hostilidad e inseguridad hacia uno mismo con compasión y comprensión, para que los pacientes puedan comenzar a calmarse, aceptar el alivio de los demás y generar sentimientos de satisfacción y seguridad (Chou et al., 2019; Cuppage, Baird, Gibson, Booth, & Hevey, 2018; Frostadottir & Dorjee, 2019; Gilbert, 2009).
Comments