En el siguiente artículo el instructor de mindfulness analiza los aspectos hacia los cuales solemos desarrollar apego y la manera en que se pueden trabajar desde mindfulness
Apegarse puede ser definido como quedarnos "adheridos", a través del placer o la satisfacción, a algo en particular. Podemos pensar en apegos dirigidos a una persona, objeto o entidad determinada, o a ciertas cualidades que estos poseen.
En la práctica del mindfulness investigamos el fenómeno del apego mientras meditamos como una de las causas del sufrimiento de nuestra mente. Observamos cómo el flujo psíquico va en busca continuamente de aquello que genera adrenalina, placer, excitación en nuestro cuerpo. Ese es el primer paso para observar nuestro apego: sentirlo en el cuerpo.
Cuando eso ocurre es porque nuestra mente ha desarrollado cierto placer asociado a lo que le produce apego, y así está perdiendo equilibrio, se debilita en sus cualidades virtuosas de centramiento, moderación y observación atenta. La sensualidad o el placer de la condición experimentada disminuyen nuestra conexión verdadera. Y también nuestro juicio de la realidad.
Además, como nosotros no podemos mantener un nivel de placer o entusiasmo continuo sobre algo (sería como comer indefinidamente chocolate, cuando sabemos que en un momento indigesta), tarde o temprano sobrevendrá la desazón y el malestar.
Cuando enseñamos mindfulness solemos mencionar 4 tipos de apegos.
El apego a nuestro ego
Hoy potenciado por el inmenso impacto de la tecnología, donde lo que prevalece y ha tomado un inmenso poder es "la imagen", lo visual.
¿Por qué sería necesario acompañar, en las redes, una frase Zen o una cita del Dalai Lama, con un cuerpo escultural posando en la playa?
Uno de los recursos de las modelos y de la mayoría de los que adoran su propia imagen es suavizar esa exposición con una frase espiritual que, de alguna forma, estaría ligada (¿?) a la imagen….o no (¿eso en realidad importa?).
La juventud, la belleza socialmente aceptada, el éxito (tristemente mediático en estos tiempos) no hacen más que enajenarnos de quienes somos. Nos pierden en la búsqueda de un reconocimiento y admiración mediático vacío y cargado de frivolidad.
Como dice William Hart en su libro de Vipassana, "para cada uno el propio YO es la persona más importante del mundo…nos comportamos como un imán rodeado de limaduras de hierro que automáticamente las ordenará en torno a sí mismo. Pero nadie está solo en el mundo, cada YO está abocado a entrar en conflicto con otro yo...el modelo que cada cual intenta crear se ve perturbado por los campos magnéticos de los otros."
El apego a los objetos y al poder económico
Ya lo decía el reconocido psicoanalista cultural Erich Fromm cuando hablaba del "tener" o el "ser" y de cómo es necesario darnos cuenta que los símbolos de status generan una pseudoidentidad de poder dañina que nos hace alejarnos de nuestro centro, de nuestra esencia.
Es tan fuerte el apego que generamos hacia determinadas condiciones económicas, objetos, tecnología y símbolos de status, que uno de los estresores mayores que las personas sufren (estudiado y reportado científicamente), especialmente los adolescentes, es la pérdida de acceso a determinados bienes y servicios propios de un status económico. Quedar fuera de un colegio caro, perder amigos de un círculo social exitoso, puede transformar a un joven en un resentido y frustrado socialmente. Con lo cual, en los tiempos de crisis que corren, muchas personas verán lastimada su identidad si es que la han construido en base a objetos y posesiones.
El apego a la comodidad y la sensualidad
Este es un apego más sutil pero necesario de reconocer. Hace referencia a nuestro deseo de sentirnos siempre dentro de determinadas condiciones ambientales que nos produzcan comodidad y placer. Muy asociado a los dos anteriormente mencionados, este tipo de apego puede volvernos algo tiranos, caprichosos y evitativos, ya que estaremos siempre buscando aquellas condiciones que nos producen esa excitación física y mental asociada al placer. Y aquí estaría no sólo el placer de los sentidos a través de distintas actividades sino el de la mente encerrada en ideaciones cargadas de placer y erotismo, por ejemplo.
El apego a las creencias, a los pensamientos propios
Muchas personas pasan toda su vida adheridos a sistemas de creencias construidos tempranamente en condiciones determinadas. Así, rígidamente, sin capacidad de explorar y flexibilizar nuestros puntos de vista, podemos mantenernos muy lejos de la verdad al no atrevernos a discutir, compartir y hasta modificar algunas de nuestras perspectivas. La tan llamada grieta no es sino una manifestación de todas estas expresiones. Cuán valioso es poder movernos de ese círculo de ideas y creencias construidos para darnos cuenta que no son la realidad, sino sólo un punto de vista construido en base a condicionamientos sociales.
Qué hacer con los apegos
Es clave poder detectarlos. Para ello, debemos ser guardianes de nuestra mente y nuestro cuerpo. Una mente que "constela" alrededor de los mismos pensamientos todo el día puede indicar apego, como asimismo un cuerpo que se adhiere demasiado al placer sensitivo de ese pensamiento o de una condición externa también está profundizando el apego.
Luego, es muy importante tener la intención de querer trabajar con ellos. Esto no suele ser sencillo. La mayoría de las personas no entiende qué tiene de malo estar muy apegado a un excelente teléfono móvil o a un cuerpo escultural. Ver más allá, trascender la frivolidad de un apego a algo inmediato, supone poder transitar una comprensión más profunda de las cosas, de la vida. Supone llegar a la trama profunda de nuestra existencia que prescinde de ese tipo de nimiedades.
Finalmente, pero no menos importante, cuidarnos, observarnos, y disminuir conscientemente el apego cada vez que aparece, es un trabajo que sólo se desarrolla con práctica consciente en el tiempo. Exige paciencia, confianza y sostenido esfuerzo. Ah, y también compañía de otras personas en el mismo camino.
¡Pero qué libertad se experimenta cuando lo comenzamos a transitar!
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