En un mundo que se mueve cada vez más rápido, “perder tiempo para ganar tiempo” es más importante que nunca, como nos explicaba Andrea Magnolini. Y una interesante forma de hacerlo puede ser el mindfulness. ¿Aún no conoces esta práctica? ¡Toma nota entonces!
Aunque se suele definir el mindfulness como un tipo de meditación, es necesario diferenciarlas. La segunda, al igual que el yoga, tiene sus orígenes en creencias religiosas como el budismo, mientras que el mindfulness se desvincula de los conceptos espirituales y se basa en la parte más práctica, utilizando un enfoque científico y pragmático.
¿En qué consiste entonces el mindfulness?
Se trata de diversas técnicas que buscan alcanzar un estado de conciencia plena, centrado en el aquí y el ahora, con la atención fijada en nuestros sentidos y en la experiencia presente.
Los ejercicios de mindfulness son muy diversos, y se pueden adaptar a la edad y otras características de tu alumnado. Es habitual que utilicen elementos como el control de la respiración, la observación consciente del entorno y de nosotros mismos, o el enfoque de la atención en procesos determinados, como comer, escuchar música, moverse…
Para ir empezando, puedes echar un vistazo estas 10 técnicas de mindfulness para niños y niñas de 3 a 10 años. Te recomendamos también la entrevista a Luis López González, sobre la introducción de técnicas de meditación y relajación en el aula.
¿Cuáles son los beneficios más destacados del mindfulness para tus estudiantes?
Aunque el listado de ventajas de la práctica del mindfulness es extenso y varía según los autores, a continuación hemos seleccionado algunos de ellos que pueden ser de especial provecho para el alumnado desde los 4 a los 18 años:
· Incrementa la compasión y empatía: Este estudio de psicólogos de las universidades de Queensland, Hong Kong y Aberdeen afirman que las técnicas de mindfulness mejoran las habilidades empáticas y la preocupación por los demás, al cambiar la forma en que cada persona se ve a sí misma.
· Facilita el manejo del estrés: Cada vez más frecuente entre los estudiantes (especialmente a partir de la adolescencia), el estrés tiene notables efectos tanto a nivel físico como mental. El mindfulness puede ayudar a mantenerlo bajo control, y favorecer así que se cree un clima de aprendizaje más sano.
· Desarrolla el autoconocimiento: Si el objetivo de la educación es la formación integral de las personas, el autoconocimiento debe ocupar uno de los pilares de cualquier proyecto educativo. El mindfulness ayuda a ser consciente del cuerpo, de las emociones y de los pensamientos, y de la relación entre todos ellos.
· Aumenta la capacidad de concentración: Una de las bases de las técnicas de mindfulness es precisamente la de fijar el pensamiento en una única cosa o sensación. Se practica para evitar las distracciones y potenciar la capacidad de concentración. A todo se aprende, ¿verdad?
· Contribuye a una mejor resolución de los conflictos: Mediante la atención plena es más sencillo trabajar la regulación de las emociones y el control de los impulsos, herramientas imprescindibles para una correcta gestión de este tipo de situaciones.
· Reduce los síntomas de depresión en adolescentes, según un estudio publicado por la Universidad de Leuven en Bélgica. Cuando el estudiante aprende a reconocer sus sentimientos y pensamientos rápidamente, es capaz de intervenir con mayor facilidad antes de que se produzca la depresión.
· Ayuda a dormir mejor: Por último, el mindfulness puede mejorar la calidad del descanso y por tanto el estado físico y emocional de tus estudiantes. ¡Son todo ventajas!
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